Os refiero a la tercera perdición de mi existencia: la de la búsqueda de ese animal tan desconocida y escurridiza*: el piso. Hay tres partes de este viaje, porque me gusta mis cosas en series de tres.
1) Esto es fácil. ...Uh, no, no es.
El lunes pasado (cuando no tuve móvil ni disco duro; fue mal día) yo iba a almorzar en la cafetería de la Facultad de Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid. Quería sentarme, disfrutar mi comida, y nada más, pero también sabía que necesitaba encontrar un piso. Así, miró los anuncios en las paredes con poco interés...
hasta que vi un anuncio interesante. Había una habitación libre con una española y una italiana que costaba 350€ por mes. Era amueblada, limpia, y nueva, y aunque los gastos la ponían afuera de mi presupuesto (~28€ más por mes), me parecía fantástica. Envié un correo electrónico a Samantha, la estudiante que quería salir para vivir con nuevas amigas de la Complutense. La visité, y supe que ella es de Florida. ¡Bueno! ¡Ahora no tengo que hacer preguntas, escritas en mi cuaderno, sobre la cocina y las compañeras de piso en español! Hablábamos juntos y con la dueña, y yo esperé…
hasta viernes, cuando otra estudiante en mi programa, la consiguió. Era justo, porque es una chica con dos chicas más, pero me gustaba el piso y no habían buscado más pisos.
2) Esto es difícil... ¡y no he hecho nada!
Continué no haciendo nada hasta martes. Todos los estudiantes en WIP conocen casi todas las experiencias de los otros estudiantes, pues había oído de los quienes ya tenían pisos y los quienes no tenían éxito y todavía buscaban. Esperando en unir el primer grupo, busqué el martes un amigo que ya tenía problemas.
A Melissa y yo no nos gusta hablar por teléfono, ni en inglés ni en español, así nos juntamos esa tarde en llamar dueños. En pocos minutos tuvimos pisos para visitar el próximo día. (Pues, creo que Melissa tuvo un piso para visitar, porque un dueño le colgué* y otra fue número incorrecto.) En ese tiempo fui de nada a la esperanza.
Y a más esperanza. Mi mentora*, Becca Niles, quien ha vivido y estudiado en Madrid desde septiembre, oyó de mi fracaso en la 1) parte y me dijo que su habitación era libre. Quería vivir con su intercambio (española que aprende inglés por hablar con un estudiante que habla inglés), pues saldría de su piso. Le dije que me interesa y que iría a visitarlodespués de los otros pisos.
Es como hacer casi todo: la parte más difícil es empezar.
3) ¿Ésa? Posible. ¿Ésa? No... ¿És—SÍ.
Aquí se aplica el título de la entrada. Ayer tenía tres pisos para visitar: uno cera de la Avenida de la Iluminación, otro cerca de la Avenida de América, y lo último en el Paseo de los Jesuitas.
Lo primero, bien: buenos compañeros de piso, un barrio [quiet]y cuarto suficiente grande. Desafortunadamente, valía 375€ por mes sin gasto de luz (los otros gastos eran incluidos). Traté de regatear* el precio (la crisis, el tipo* de cambio entre dólares y euros, ¡mi madre! porque les encanta la familia), pero no. Satisfecho con el piso pero no con el precio, fui a lo segundo.
El segundo piso… pues, no valía los 400€ por mes. El precio fue sin gastos (pero con una cocina con todos los utensilios), y el piso fue peor que lo primero. Yo puse buena cara* para la dueña, dije que llamaré cuando he terminado mi búsqueda, dije adios, y salí. Estuve seguro de que no iba a alquilarlo.
Lo tercero (el de Becca)... pues, lo tengo. Cuesta 300€ por mes sin gastos (con gastos, 320-350€), tiene buenos compañeros de piso, y tiene acceso al tejado*. ¡El tejado! ¡Y estaba en fuego! Está en un buen barrio, también, afuera del centro de Madrid pero no en los suburbios. Así, hay gran vista. Cuando tomo una foto, voy a entrarla aquí.
Fin. Tengo piso.
Puedo relajarme. ¡Por ir a Sevilla este fin de semana! Harán fotos.
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